El día en que ‘Museo de Cera’ convirtió al cine en 3D en una moda


De inmediato se produjeron películas importantes para los amantes de la danza, como “La llamada de la muerte”, de Alfred Hitchcock, con el personaje de Ray Milland que quiere dar muerte a su esposa Margot -encarnada por Grace Kelly- porque le es infiel aunque lo que más le interesa sea quedarse con su fortuna. Así chantajea a un antiguo compañero para que la estrangule, aunque algo falla.

Otros dos grandes filmes rodados de esta forma fueron “El monstruo de la Laguna Negra” (1954), de Jack Arnold, con Richard Carlson, y el músical “Bésame, Kate” (1953), de George Sidney, con Kathryn Grayson y Howard Keel.

La fiebre por el 3D duró solo unos años. A finales de los cincuenta, el formato perdió terreno debido al auge de la televisión y las limitaciones técnicas de la época. Sin embargo, el cine 3D cobró fuerza nuevamente en los años ochenta, impulsado por el avance de la tecnología y la aparición de cintas como “Jaws 3-D” (“Tiburán 3-D), en 1983.
 

Durante la década de 1990, el cine 3D se mantuvo en un segundo plano, ya que la industria cinematográfica se centró en otros avances tecnológicos y estilos narrativos. A pesar de esto, hubo algunas producciones, como el documental “Into the Deep” (1994) y el mediometraje “Wings of Courage” (1995), de Jean-Jacques Annaud, la primera 3D para IMAX, acerca del escritor y piloto aéreo Antoine de Saint-Exupery, interpretado por Tom Hulce.

Cine tridimensional en el siglo XXI

El nuevo milenio trajo consigo un resurgimiento del cine 3D, gracias en gran parte a la adopción de la tecnología digital en la producción y proyección cinematográfica. Películas como “Chicken Little” (2005) y “Happy Feet” (2006), animadas por computadora, comenzaron a explorar las posibilidades del 3D como herramienta de inmersión en la narrativa.

El afiche de La llamada de la muerte de Hitchcock para su reposicin restaurada en el Festival de Cannes
El afiche de “La llamada de la muerte”, de Hitchcock, para su reposición restaurada en el Festival de Cannes.

“Avatar”, estrenada en 2009, fue una de las películas en 3D más exitosas de todos los tiempos. La película de ciencia ficción de James Cameron utilizó la tecnología 3D de manera efectiva para crear un mundo alienígena completamente inmersivo. “Avatar” estableció un nuevo estándar para el 3D y demostró que la tecnología había llegado a un punto en el que podía utilizarse de manera efectiva en películas de gran presupuesto.

 

En 2009, la coproducción argentino mexicana “Boogie, el aceitoso”, animación que dirigió Gustavo Cova con los personajes creados por Roberto Fontanarrosa, recurrió a un formato final en 3D, y se convirtió en el primer largometraje argentino con esa aplicación y el segundo en México.

Trailer “Boogie, el aceitoso”

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A partir de 2010, gran cantidad de blockbusters incorporaron el formato 3D, tanto en películas de animación como en acción real. “Toy Story 3” (2010), “The Avengers” (2012) y “Jurassic World” (2015) son solo algunos ejemplos de las numerosas películas que utilizaron el 3D para enriquecer sus experiencias cinematográficas. Desde entonces, el cine en 3D ha seguido evolucionando y mejorando. 

 

Películas como “Hugo” (2011,) de Martin Scorsese, y “Una aventura extraordinaria” (2012), de Ang Lee, demostraron que el 3D podía aportar un valor artístico a la historia y no solo servir como un espectáculo visual. Ambos cineastas utilizaron la tecnología para enriquecer sus relatos y transportar al público al corazón de sus narraciones.

Tiburn 3D
“Tiburón 3D”
Actualmente muchas películas se filman y se proyectan en 3D, y la tecnología se ha vuelto más accesible y asequible para los cineastas independientes. Sin embargo, algunos críticos argumentan que la tecnología todavía tiene limitaciones y que se debe utilizar de manera efectiva para contar historias convincentes y no solo como un truco visual. Las películas han ido evolucionando con el tiempo y se han convertido en un género propio con efectos cada vez más impresionantes y realistas. 

 

Trailer “Una aventura extraordinaria”

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A pesar de la creciente popularidad del 3D, ciertos críticos y espectadores argumentar que la tendencia resultó en cineastas que priorizan los efectos visuales por encima de la narrativa y el desarrollo de personajes. Sin embargo, también hubo quienes utilizaron el 3D para mejorar la narrativa y crear una experiencia más envolvente e inmersiva para el espectador. No deja de ser, como pronosticaron los hermanos Lumière a fines del siglo XIX, “un espectáculo de feria”.

 

David Burder, un experto británico en 3D aseguró al canal de noticias CNN que “el formato aparece y desaparece cada 30 años: se necesita una generación para descubrir la tercera dimensión y cansarse de sus capacidades. Luego, la generación siguiente la redescubrirá como maravillosa. Sus fundamentos tecnológicos no cambiaron, solo se hizo más cómodo poder verlo”. Una conclusión que hasta ahora parece tener fundamento.

 





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