36 horas en Lisboa


Es muy probable que actualmente oigas muchos idiomas diferentes al portugués nativo en las calles empinadas y templadas por el sol de Lisboa, la capital de Portugal, ya que a ella llegan millones de personas como nómadas digitales, trabajadores del sector servicios, compradores de viviendas y turistas.

Para los viajeros, especialmente en el verano europeo, esa popularidad puede significar largas colas para entrar en el Castelo de São Jorge o para disfrutar de los famosos dulces Pastéis de Belém, lo que puede (casi) disminuir el encanto de las coloridas fachadas envueltas en azulejos, las iglesias centenarias y la melancólica música de fado de la ciudad.

Lisboa, antaño población marítima de ritmo lento, está en desarrollo a toda marcha, no sin descontento: el costo de vida se ha disparado, lo que dio lugar a un debate público (y protestas) sobre el futuro de la ciudad y a la cancelación del programa “visa de oro”, que concedía la residencia a aquellos extranjeros que invirtieran en propiedades de alto valor.

Vista aérea de la Torre de Belém al atardecer, Lisboa. Foto Shutterstock

Vista aérea de la Torre de Belém al atardecer, Lisboa. Foto Shutterstock

Visitar Lisboa implica, por lo tanto, un delicado equilibrio: deleitarse con una de las ciudades más dinámicas de Europa y, al mismo tiempo, ser sensibles a los inconvenientes que han acompañado su rápido boom.

Viernes

16.00 / Las dos caras de Lisboa

La Lisboa de ayer y la de hoy se codean en una calle en pendiente llamada Rua de São Bento.

Subiendo por esta arteria desde el cruce con la Calçada da Estrela, se pasa junto a tiendas de anticuarios llenas de polvo, a la Asamblea de la Republica de Portugal y a la Casa-Museo Amália Rodrigues -museo que lleva el nombre de la diva portuguesa del fado a la que está dedicado- todo entremezclado con establecimientos de nueva clase creativa.

Casa museo de Amalia Rodrigues. Foto Shutterstock
Casa museo de Amalia Rodrigues. Foto Shutterstock

Echale un vistazo a las prendas de moda (en su mayoría) monocromáticas de la boutique Homecore, de capitales franceses, donde podrías elegirte un conjunto compuesto por jeans de color púrpura, chaleco militar verde y anteojos de carey.

Más hacia arriba, la galería Sokyo Lisbon se especializa en jarrones con aspecto de estar derretidos y esculturas con forma de meteorito de ceramistas japoneses, mientras que la librería Distopia vende  guías dedicadas a la historia de la ciudad, discos de vinilo, CD y más.

19.30 / Apuntá a la cima

Ahora andá más arriba. El Miradouro da Senhora do Monte, mirador situado en lo alto de una colina, domina una extensión ondulante de tejados naranja, torres de iglesias y plazas de piedra, con las almenas medievales del Castelo de São Jorge y el azul del río Tajo a lo lejos.

Pero la atracción principal es la puesta de sol. Una caipirinha (7,50 euros, alrededor de 8 dólares) en el puesto de Maria Limão realza la onda de fiesta en el jardín a medida que se acerca el crepúsculo.

Vista de Lisboa desde el Miradouro da Senhora do Monte. Foto Shutterstock
Vista de Lisboa desde el Miradouro da Senhora do Monte. Foto Shutterstock

21.00 / Comer sin carne

En una ciudad repleta de locales que sirven montones de carne de cerdo, pollo y sardinas, era difícil encontrar platos ligeros y sin carne. Pero ya no.

En los últimos años han aparecido varios restaurantes vegetarianos ambiciosos, quizá ninguno más discretamente elegante que Arkhe, cerca del barrio de Cais do Sodré. Plantas en macetas y un bananero alto adornan el vasto espacio de techos altos. El menú también está lleno de plantas: platos vegetarianos caleidoscópicos, muy ingeniosos, del chef João Ricardo Alves.

Un aperitivo presenta múltiples preparaciones de remolacha (cortada en trozos, encurtida, crocantemente seca) servida con un delicado caldo de pescado dashi enriquecido con remolacha, mientras que los tortellini de kimchi con puré de zanahoria y pasta de ají chambal indonesio son ácidos, fermentados y ardientes. Cinco platos, sin bebidas, 70 euros por persona.

Medianoche / Fiesta en un palacio

La discoteca Gala Cricri se encuentra en el interior del Palácio do Grilo, una antigua mansión del siglo XVIII en el ascendente barrio de Beato que ha renacido hace poco como restaurante y, sobre todo, como magnífico local nocturno.

La zona de baile se expande a través de un laberinto de salas aristocráticas magníficas, con detalles de época como molduras ornamentadas y pisos de parqué, junto con luces láser, máquinas de humo y una playlist ecléctica que va, retumbante, del género electro a los clásicos de la música disco.

En el interior, amantes de la noche con ropa negra y diferentes décadas de vida beben sus cócteles (de 10 a 14 euros) mientras deambulan por el laberinto de habitaciones, jardines amplios y hasta una antigua capilla. La entrada es gratuita si se reserva con antelación a través de la web del club o se llega antes de las 22.00; en caso contrario, 8 euros.

Sábado

10.00 / Investigá el mercado

El mercado de pulgas de la Feira da Ladra, un mosaico de mantas y mesas con baratijas de casi todos los altillos y sótanos portugueses, constituye también una reunión social de toda la ciudad.

De todo un poco en la Feira da Ladra, Lisboa. Foto Shutterstock
De todo un poco en la Feira da Ladra, Lisboa. Foto Shutterstock

A medida que subís por la cuesta desde el Campo de Santa Clara, también se eleva la calidad de las mercancías, que pasan a orientarse hacia la cristalería, la porcelana, la joyería y la moda.

A estar alertas a la selección de películas clásicas, independientes y de arte y ensayo en DVD del vendedor João F. de Almeida (buscá su furgoneta amarilla) y las camperas militares de A Gata Naladra pintadas a mano con imágenes de calaveras y artistas como Frida Kahlo y Salvador Dalí.

13.00 / Consumí pasado

Tradición y sencillez son los rasgos de identidad de los suculentos platos de granja y comida para pescadores que sirven generosamente en Pica-Pau, restaurante recién llegado al barrio Príncipe Real con un muy agradable patio trasero que revive y reverencia la comida portuguesa de antaño (el nombre del local se debe a un aperitivo popular en bares de clase obrera a base de cubitos de carne con salsa de cerveza).

Si te parece demasiado aventurado el guiso de mollejas, probá las torrejas crujientes de bacalao frito (6 euros) o los huevos revueltos rebosantes de espárragos, crostones y morcilla blanca (8 euros). También vale la pena el guiso humeante de rape, gambas y arroz especiado, un robusto popurrí submarino. Comida para dos, sin bebidas, unos 50 euros.

15.00 / Camino a Beato

En las zonas industriales adyacentes Beato y Marvila, los antiguos galpones y fábricas están llenándose de startups, espacios de arte, tiendas conceptuales y microcervecerías. La decana del conjunto es la Galería Filomena Soares, toda una institución de Beato desde 2001 que representa a artistas internacionales prominentes como Allan Sekula y la iraní Shirin Neshat (subí las escaleras hasta la azotea para ver la instalación mural de cristal con forma de cinta curva del artista Dan Graham).

Cerca de allí, Feed llena un emporio del tamaño de un hangar con ropa y accesorios femeninos funky y psicodélicos, del tipo de botas disco plateadas de Gold&Rouge y bolsos con leopard-print de Soruka.

17.00 / Maravillas en Marvila

El espíritu del punk y el glam de la Nueva York de los años 70 impregna Little Chelsea Experience, un híbrido entre boutique, bar y galería de arte donde podés comprar ropa vintage, tomar vinos, ver exhibiciones de arte y presenciar espectáculos de rock ‘n’ roll.

Es tan sólo una de las atracciones que hay en una cuadra de Marvila.

También podés encontrarte con la Galería Francisco Fino, una casa blanca reluciente con dos pisos de exposiciones y una lista de artistas contemporáneos, en su mayoría portugueses y brasileños, o visitar Dois Corvos, una cervecería decorada con obras de arte que vende sus propias cervezas artesanales.

20.00 / Probá las delicias de Tricky’s

Desviándose un poco de la vida nocturna bulliciosa de Cais do Sodré, Tricky’s, de decoración industrial, atrae a un público joven y animado, seducido por sus vinos naturales y sus divertidos y eclécticos platitos: puede haber caballa envuelta en tocino con chutney picante de maní y pimienta, gambas portuguesas con queso stracciatella, o un puré de queso de yogur griego (labneh), salsa harissa y granos de granada con una brocheta de raíz de apio escondida debajo.

El claro y sabroso vino de naranja natural llamado Funky -del valle del Duero, al norte del país- complementa y resume la experiencia. La cena para dos, sin bebidas, cuesta unos 70 euros. Sólo efectivo.

22.00 / Pedite un doble

Hoy los bares clandestinos pueden parecer tan comunes como los Starbucks. Pero, ¿un bar clandestino dentro de otro bar clandestino?

Para dar con eso, acercate a Monkey Mash, un reducto de cócteles subterráneo sin ventanas, de estética tropical-chic, ubicado a pasos de una calle comercial de lujo, la Avenida da Liberdade.

Empezá con un Dope Punch, cóctel de ron y cachaça con algunos ingredientes excéntricos (entre ellos caléndula, pimienta de Sichuan y suero de leche) que conforman un brebaje de lo más aromático (13,50 euros).

Después, pedí ver Red Frog. Escondido detrás de un panel de la pared, este aterciopelado meta-barcito clandestino está elegantemente montado y sirve creaciones como el American Gangster: canela en polvo y cacao en la copa enriquecen la mezcla picante y dulce de bourbon Bulleit, amaro y madeira (15 euros). Reservá con antelación en ambos bares.

Domingo

10.00 / A buscar oro

Está bueno ser monarca. Podés llevar puesto un collar de diamantes y esmeraldas, usar una caja de rapé cubierta de diamantes y leer utilizando un señalador de oro y zafiro.

Estos opulentos objetos -acumulados por la realeza de Portugal antes de que se proclamara la primera república del país en 1910- se exponen en el flamante y estilizado museo de las joyas de la corona portuguesa, el Museu do Tesouro Real, inaugurado el año pasado.

Palácio Nacional da Ajuda, Lisboa, Portugal. Foto Shutterstock
Palácio Nacional da Ajuda, Lisboa, Portugal. Foto Shutterstock

Al lado, el antiguo palacio real, Palácio Nacional da Ajuda, también tiene nuevo aspecto: una fachada vanguardista de gruesas barras verticales blancas, obra del arquitecto João Carlos Santos.

En el interior encontrarás salones altísimos colmados de arañas muy elevadas, enormes tapices, estatuas de mármol, alfombras de piel de oso e incluso un cuadro de Cristo pintado por El Greco. Entrada combinada, 13 euros.

Mediodía / Andar por las vías

Todos los días, en la plaza Martim Moniz hacen cola multitudes de viajeros para subirse al venerable tranvía amarillo 28, conocido por su recorrido de 50 minutos a través de Lisboa y los puntos de interés por los que pasa.

Tranvía, Lisboa. Foto Shutterstock
Tranvía, Lisboa. Foto Shutterstock

No te unas a ellos. En lugar de eso, tomá el tranvía 12E, casi vacío, desde el mismo punto. Está pintado del mismo color mostaza, tiene el mismo interior revestido en madera y los mismos asientos que rechinan, pero te brinda una experiencia de recorrido turístico más rápida, menos cliché y menos claustrofóbica.

Durante alrededor de más o menos 30 minutos, recorre el multiétnico barrio de Mouraria, pasando por las imponentes vistas del mirador del Largo das Portas do Sol y descendiendo por el antiguo barrio morisco de Alfama, bajo las torres rectangulares de la catedral y a través del entramado urbano del distrito comercial Baixa.

Por último, el 12E vuelve a subir entre callejuelas bordeadas de boutiques del barrio de moda Chiado antes de dejarte en la terminal de Bairro Alto, zona animada conocida por sus restaurantes y su vida nocturna. Pasajes, 3 euros.

Paradas clave

  • Arkhe es un restaurante lleno de plantas especializado en creaciones vegetarianas coloridas y muy elaboradas.
  • La discoteca Gala Cricri ocupa parte de un palacio restaurado del siglo XVIII, el Palácio do Grilo.
  • Beato y Marvila, barrios adyacentes en una zona industrial, son hervideros emergentes de arte y vida nocturna.

Dónde comer

  • Pica-Pau prepara versiones respetuosas de recetas portuguesas de toda la vida.
  • Dois Corvos, microcervecería, sirve casi 20 cervezas de la casa.
  • Tricky’s ofrece platos pequeños contemporáneos y vinos naturales en un ambiente industrial.
  • Monkey Mash, bar que propone cócteles aventurados en una atmôsfera tropical, tiene una puerta oculta que conduce a Red Frog, un bar clandestino con tragos imaginativos.

Dónde alojarse

  • El edificio de Casa Balthazar, cerca de la céntrica plaza Rossio, fue adquirido en el siglo XIX por el fundador de la Confeitaria Nacional -una pastelería lisboeta- y reconvertido en hotel en 2010. Las 20 habitaciones (algunas con vistas panorámicas) están equipadas con ropa de cama contemporánea y muebles de época. El hotel también dispone de spa, piscina y desayuno provisto por la Confeitaria Nacional. Habitaciones dobles desde 240 euros.
  • El nuevo y chic Hotel Hotel fue diseñado por Pedrita, estudio conocido por su trabajo en otro hotel de moda de propiedad portuguesa, los Apartamentos Visionaire. Además de sus 40 habitaciones, el Hotel Hotel cuenta con piscina, shala de yoga y un salón de tatuajes. Dobles a partir de 290 euros.
  • Cheese & Wine Lapa es una opción sencilla y bohemia en el barrio Lapa. Las áreas comunes comprenden salas rebosantes de arte contemporáneo y muebles vintage, todo en venta. Habitaciones dobles con baño compartido, desde 67 euros. El grupo hotelero cuenta con otras opciones por la ciudad.

SETH SHERWOOD / The New York Times. Especial

Traducción: Román García Azcárate

Mirá también



Source link

Entradas relacionadas

Deja tu comentario