Si estos son los unidos, los desunidos dónde están



Un hilo de tuits anunció su nacimiento: “Nuestro país está frente a una encrucijada histórica. Tenemos una oportunidad única para poner a la Argentina en una senda de crecimiento económico con inclusión social”. “Nos unimos para recuperar la independencia económica y por el desarrollo de una Argentina Federal”. “Nos unimos para defender a la Patria”. A los varios “Nos unimos…” proclamados por la flamante “Unión por la Patria”, sucesora del alicaído Frente de Todos, le faltó agregar “nos unimos, pero no tanto…”

A menos de dos horas de alumbrada, el miércoles, un comunicado del PJ bonaerense, comandado por Máximo Kirchner, dinamitaba la presunta Unión con términos durísimos hacia el presidente Alberto Fernández y su candidato para las próximas elecciones, Daniel Scioli. Cristina Kirchner, cuya intención era que el oficialismo presentara un candidato único debió aceptar, por primera vez desde que existen las PASO, que haya competencia en el kirchnerismo. El piso para integrar las listas también fue motivo de discusión hasta último momento.

“La propuesta realizada por el presidente del PJ de la Provincia fue rechazada por el sector encabezado por Daniel Scioli y Alberto Fernández. Se trata del mismo sector que de llevarse adelante la propuesta rechazada recurriría al Partido Judicial”, lanzaron, en alusión a las declaraciones de Aníbal Fernández, apoderado de la candidatura del embajador en Brasil, que había amenazado con llevar a la Justicia la demanda.

La andanada de críticas siguió, demostrando lo poco unido que está el espacio oficialista, más allá del nuevo sello. “Ojalá hubieran puesto el mismo esfuerzo en recuperar el poder adquisitivo y en la administración de las reservas del Central” y “Parece mentira que el sector que encabeza el Presidente se queje del trato que se brinda a la minoría que representa. Siendo que en 2019 era minoría de minorías y fue propuesto como candidato a presidente por Cristina Fernández de Kirchner”, sentenciaba el comunicado.

La cosa estaba lejos de terminar ahí. Desde Santa Cruz, en un acto el jueves, la vicepresidenta se despachó una vez más contra su compañero de fórmula. Lo responsabilizó por la imposibilidad de que el oficialismo presente un candidato único, lo acusó de generar “conflictos internos” (”Cuando uno tiene la responsabilidad de gobernar, debe tratar de que haya la menor conflictividad posible”) y volvió a cuestionar la posibilidad de que, desde el sciolismo se recurriera a lo que llamó, también una vez más, “el Partido Judicial”.

Dispuesta a no dejar pasar ni una, Cristina también recordó una cita de Alberto F., quien dijo que el ejecutivo de un laboratorio le había comentado que este era el primer gobierno en el que nadie le había pedido coimas. Tratando de llevar agua para su molino, mencionó que el PAMI es un gran comprador de medicamentos, y que al frente del organismo está la camporista Luana Volnovich. Por las dudas, no hizo referencia la vice a otra afirmación de Fernández: “No enriquecimos a nuestras familias, no somos amigos de empresarios, no les entregamos obras a nuestros amigos, no hicimos nada de eso”.

La pelea crece en intensidad, y los cruces entre Cristina, Máximo y sus aliados por un lado, y los Fernández (Alberto y Aníbal) y Scioli, por el otro, escalan sin cesar. La disputa sigue por el reglamento para las PASO en Provincia. El espacio del ex gobernador bonaerense y actual embajador en Brasil sostiene que el reglamento en cuestión no refleja el supuesto acuerdo para conformar las listas que el PJ provincial anunció el miércoles, y que “están haciendo trampa”. Las acusaciones vienen y van, y en ellas nadie se priva de nada. Complicar todo lo posible la candidatura de Scioli parece ser la consigna.

Mientras tanto, en el mundo real de todos los días, el que afecta a la gente de a pie, siguen pasando cosas: la inflación de mayo, que se dio a conocer el mismo miércoles en que alumbró Unión por la Patria, fue de 7,8%, (la más alta en América latina), lo que da un 114,2% en un año. Casi como un observador externo, o un analista de la coyuntura, con la que parece no tener nada que ver, Alberto Fernández insistió con la “inflación autoconstruida” y sentenció: “No se puede vivir con una inflación del 100%”. Fue en una entrevista con estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, donde, además de seguir diferenciándose de Cristina, volvió a echarle la culpa del índice del costo de vida a la guerra en Ucrania, al contexto internacional y, por supuesto, al “ah pero Macri”.

Y se consoló con que si bien la inflación acá se duplicó (“Podés decir llegó al 100% o se multiplicó por dos”), en Chile se multiplicó por cuatro y en otros países “por seis, por siete, por ocho, por diez”. No se privó tampoco el Presidente de afirmar que “la economía se está moviendo mucho” y que “creció en el primer trimestre”.

Es una pena que tantas bondades no sean percibidas en el resto del mundo. En simultáneo con esas declaraciones se conoció una Encuesta Mundial sobre Fusiones y Adquisiciones de Empresas (“In an Uncertain World, Latam M&A is on the Rise”), de KPMG, según la cual Argentina no es vista por los inversores globales como una plaza apetecible en la materia, lo que contrasta con el resto de América latina, que está en alza. Así, a la cabeza del ranking aparecen México y Brasil. Argentina figura octava, detrás de Costa Rica, Chile, Colombia, Perú y Uruguay.

Otro hecho, con ribetes espeluznantes, conmovió al país en la semana: la desaparición, y presunto femicidio, de Cecilia Strzyzowski en Chaco, y la detención, como principales sospechosos, de César Sena y sus padres, los poderosos dirigentes piqueteros Emerenciano Sena y Marcela Acuña, aliados del gobernador Jorge Capitanich. El silencio oficial al respecto fue llamativo. La vocera presidencial, Gabriela Cerruti, lo quebró el jueves después de una marcha multitudinaria en Resistencia para pedir justicia. “No hay mayor bajeza que hacer un uso político de la desaparición de una mujer”, dijo.



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