De Rafaela al Mundo: La Aventura Aérea de Daniel y Valentino Giuliani desde Argentina hasta EE.UU.

Padre e hijo, pilotos del Aero Club de Rafaela, emprendieron un viaje épico en avión biplaza desde Argentina hasta Oshkosh, EE.UU. Descubre su travesía sobre el Amazonas, el Caribe y ciudades icónicas como Nueva York. Una historia de pasión por la aviación, planificación y sueños cumplidos.


De Rafaela al Cielo del Mundo: La Travesía Aérea de Daniel y Valentino Giuliani

En julio, mientras el invierno argentino cubría su ciudad natal, Daniel Giuliani (54) y su hijo Valentino (21) despegaron desde la pista del Aeródromo de Rafaela con rumbo al norte de Estados Unidos. No lo hicieron en un vuelo comercial ni en un jet privado, sino a bordo de un avión biplaza Sling 2, un pequeño pero poderoso avión de ala alta que se convirtió en su hogar volador durante más de 14.000 kilómetros de aventura aérea.

Este no fue solo un viaje más. Fue la culminación de una pasión familiar por la aviación, una travesía transoceánica que cruzó continentes, selvas, océanos y culturas, y el regreso a un sueño recurrente: participar por décima vez en el EAA AirVenture Oshkosh, el festival aéreo más grande del mundo.

«Sin duda, fue el mejor viaje de mi vida. La mejor experiencia de todas.»
Daniel Giuliani


Un Legado Aeronáutico: De Rafaela al Mundo

Ambos pilotos aprendieron a volar en el Aero Club de Rafaela, cuna de aviadores argentinos y semillero de pasiones por los cielos. Daniel, instructor de vuelo y piloto comercial, acumula más de 2.100 horas de vuelo. Valentino, su hijo y compañero de travesía, ya supera las 500 horas, una cifra impresionante para alguien de 21 años.

«Yo me recibí de piloto a los 17 años en el Aero Club. Todo mi camino aeronáutico nació allí. Y ahora, compartir esta aventura con mi hijo, que también se ‘graduó’ ahí, es un orgullo inmenso.»

El avión que los acompañó en esta odisea fue un Sling 2, un modelo sudafricano ligero, eficiente y diseñado para vuelos de larga distancia. Equipado con un motor Rotax de 100 caballos, tiene una autonomía de hasta 9 horas, ideal para rutas con escalas estratégicas. Además, cuenta con una baulera amplia, lo que les permitió llevar equipaje ligero, ropa, provisiones y hasta un termo para compartir mates en pleno vuelo.


Cruzando el Amazonas: El Primer Gran Desafío

Uno de los momentos más intensos del viaje fue sobrevolar el corazón del Amazonas brasileño.

«Volamos más de cinco horas sobre la selva. No hay ciudades, no hay rutas, solo ríos y árboles, árboles y más árboles. Es majestuoso… y aterrador. En un avión monomotor como el nuestro, no hay margen de error. Si algo falla, no hay dónde aterrizar.»

Este tramo, poco común incluso para pilotos experimentados, puso a prueba su preparación, conocimiento meteorológico y capacidad de reacción. Pero también les regaló una de las vistas más impresionantes del planeta: un manto verde infinito, interrumpido solo por serpenteantes ríos y cielos cambiantes.


Sobrevolando el Caribe: De Brasil a las Islas Paradisíacas

Tras cuatro días de vuelo por Brasil, con escalas estratégicas, emprendieron la travesía sobre el océano. Más de 18 horas de vuelo marino los llevaron desde Guyana hasta Granada, la primera escala internacional.

Desde allí, saltaron de isla en isla: Saint Martin, donde descansaron un día, y luego hacia Bahamas. Allí, eligieron un aeropuerto internacional poco convencional para ingresar legalmente a EE.UU.

«Aterrizábamos en pistas pequeñas, muchas veces en islas desiertas. Nos poníamos la maya, íbamos a la playa con aguas turquesas, nos refrescábamos, y luego seguíamos volando. Era como un tour turístico aéreo sin prisas.»


Llegada a Estados Unidos: Un País de Aviadores

Uno de los destinos más emocionantes fue Florida, donde visitaron un country aeronáutico exclusivo. Un lugar donde los aviones y los autos comparten las calles, y cada casa tiene un hangar personal.

«Es como un barrio de aviadores. Aterrizás con tu avión, lo rodás hasta tu casa y lo guardás en el ‘garage aéreo’. Allí vive gente como John Travolta. Es un sueño hecho realidad.»

Desde Florida, volaron a Minneapolis para asistir a una boda familiar, luego a Nueva York, donde sobrevolaron el río Hudson a baja altura, pasando cerca de la Estatua de la Libertad.

«No hay palabras. Ver Manhattan desde el aire, entre rascacielos, con el sol reflejándose en el agua… fue sublime.»


Oshkosh: El Festival de los Cielos

El destino final fue Oshkosh, Wisconsin, sede del EAA AirVenture, el evento aeronáutico más grande del mundo. Con más de un millón de visitantes, el festival reúne a pilotos, ingenieros, entusiastas y fabricantes de aeronaves de todo el planeta.

«Podés llegar con tu avión, armar una carpa bajo el ala y quedarte una semana entera. Haces amigos, compartís historias, vuelas, aprendes. Es pura pasión por el aire.»

Daniel asistió por décima vez, pero esta fue la primera que llegó desde Rafaela en su propio avión biplaza. Su hijo Valentino ya había ido cinco veces. Su esposa, Silvina, también piloto, y su hija Delfina, que actualmente cursa su formación en el Aero Club de Rafaela, los acompañaron en vuelo comercial y se reunieron con ellos en el evento.


Tecnología, Comodidad y Planificación

A pesar de tratarse de un avión pequeño, el Sling 2 estaba perfectamente equipado:

  • Internet a bordo con Starlink
  • Termo para calentar agua y tomar mate
  • Música con auriculares de alta calidad
  • Kit de emergencia y productos de limpieza
  • Comunicación satelital y GPS avanzado

«Viajamos cómodos. No nos faltó nada. La planificación fue clave: llevábamos un año organizando el vuelo, y los últimos seis meses a full. Y hasta ahora, todo salió según lo planeado.»


Un Viaje que Inspiró al Mundo

La travesía de los Giuliani no pasó desapercibida. Los organizadores del EAA AirVenture Oshkosh publicaron un artículo destacando su historia, convirtiéndolos en embajadores de la aviación general.

Además, durante el recorrido, se encontraron con otros pilotos de aviones pequeños, como un grupo de uruguayos que también viajaban en un biplaza. Compartieron tramos, historias y camaradería aérea.

«La gente nos recibió con una calidez increíble. En cada lugar dejamos un calco con el logo de nuestro viaje. Queríamos dejar huella.»


Más Allá del Regreso: Una Historia que Vuela

En el trayecto de ida acumularon más de 8.000 millas (14.000 km). Y aún les falta gran parte del vuelo de regreso a Rafaela, que promete nuevas experiencias, escalas y anécdotas.

Este viaje no solo fue un logro técnico y logístico, sino una celebración de la familia, la pasión y el espíritu aventurero. Una historia que comienza en una pista argentina y se expande por los cielos del mundo.


Conclusión: La Aviación como Estilo de Vida

Daniel y Valentino Giuliani no solo volaron de Rafaela a Oshkosh. Volaron sobre sus miedos, sus límites y sus sueños. Demostraron que con pasión, preparación y coraje, incluso los aviones más pequeños pueden cruzar océanos y unir continentes.

Si tienes un sueño en los cielos, este viaje es una prueba de que no hay fronteras cuando el motor está encendido y el corazón apunta al horizonte.


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¡Próximamente más actualizaciones desde el cielo! Daniel ya adelantó:

«Nos vemos en Rafaela en unos días.»

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