La tapa de NOTICIAS: la historia secreta de Santilli


El 22 de octubre de 2023 fue un día negro para el PRO. Quizás el peor de una historia que había arrancado dos décadas antes: aquel día, el partido amarillo terminó tercero en las elecciones generales, lejísimo del primer lugar que el grueso de sus dirigentes daba por descontado poco tiempo atrás. Esa jornada fue una verdadera catástrofe para sus integrantes, tal cual quedó reflejado para la posteridad en los rostros que tenían Patricia Bullrich, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal en el búnker en Parque Norte. En ese escenario también asomaba el rictus serio de alguien a quien Diego Santilli había acercado al espacio, el economista José Luis Espert.

“El Colo”, sin embargo, no permitió que la dura derrota le golpeara el ánimo. El día siguiente al fiasco electoral lo pasó pegado a su teléfono, y le habló a cuanto contacto se le ocurrió para ver quién podía acercarle el número de algún miembro de la cúpula de La Libertad Avanza. Santilli tenía un problema: a diferencia de lo que le pasa a este viejo lobo de mar con el 99 por ciento de la política, con ninguno de los libertarios había cruzado jamás una palabra. Desde River, el club que su padre presidió durante los ’80, le pasaron el teléfono de Guillermo Francos. “Guillermo, soy Diego Santilli. Quiero decirte que estoy a disposición de ustedes para lo que necesiten”. La respuesta lo tomó por sorpresa. “¿Qué haces, viejo? Me parece que tenés mal el número. No soy Guillermo Francos”, le dijo un ciudadano anónimo.

En ese preciso instante comenzó a tejerse una historia que duró hasta que Santilli se convirtió, narcoescándalo y cárambola mediante, en el candidato libertario para Buenos Aires y luego en ministro del Interior. Es que hasta que Karina Milei, su ahora sponsor dentro del Gobierno, no lo empujó para reemplazar a Espert y después a Francos, “el Colo” acumulaba, puertas adentro de la política y en especial en el PRO, anécdotas de todo tipo pero que tenían el mismo inicio, nudo y final: Santilli queriéndose acercar a LLA y quedando en falso. O, diría algún observador ácido, en algo parecido al rídiculo: decenas de mensajes privados a Javier Milei sin respuesta, o una negociación amarga con la hermanísima, a principios de año. Ahí Santilli habría arrancado pidiendo el primer lugar en la lista bonaerense (“yo me paso del PRO, pero tengo que ser cabeza de lista”), pero ante las repetidas negativas de la secretaria general (“vos pasate y después vemos”) habría terminado en una rendición incondicional (“yo me paso, después decime donde puedo ir”). Quizá son todas habladurías de parte de quienes quedaron dolidos con él dentro del partido amarillo -una lista encabezada por el mismísimo Macri- pero poco importa: lo cierto es que escenas de este estilo corrieron en este tiempo como pólvora en los pasillos del poder.

La tapa de NOTICIAS

Santilli, en cambio, transformó su súbita e inmediata devoción libertaria en una fortaleza. Tejiendo en silencio, con paciencia y por afuera del radar, construyó un buen vínculo con la persona que tiene más poder dentro del Gobierno. Y le demostró a los que hacían correr esas historias que al final al que le toca reír último es a él.

Ministro

Santilli, ahora, va a tener que acostumbrarse a la dinámica de un Gobierno muy particular. El día siguiente a que Milei le propusiera, sin previo aviso, sumarse al Gabinete le llegó una primera notificación de dónde es que se metió. Es que el lunes 2 el libertario le hizo un pedido que no muchos presidentes suelen hacerle a uno de sus ministros: que lo acompañara a rezar.

Esa tarde en la Casa Rosada sucedieron varios hechos inéditos en la historia argentina. Por primera vez un grupo de pastores evangélicos fue invitado a orar en la sede del Poder Ejecutivo, un capítulo más del avance de este espacio religioso durante el gobierno de Milei, del que esta revista ya ha escrito. El otro hecho impactante que ocurrió fue lo que contó el mandatario luego de que los pastores presentes rezaran junto a él: según reveló el diario La Nación, el economista aseguró ahí que había tenido un preaviso del “Uno”, como llama a Dios, de que triunfaría en las elecciones legislativas. Y que ese triunfo lo había tomado como prueba de una “intervención divina” y una “sorpresa sobrenatural”.

Esto lo sabía, contó Milei, porque antes de las elecciones había compartido un encuentro espiritual con un pastor y Santilli. “El religioso nos bendijo, oró y se fue”, contó. ¿Qué habrá pensado “el Colo” cuando escuchó todo esto, o cuando compartió aquella bendición privada? El hombre fue siempre un devoto cristiano, y de hecho en varias entrevistas habló del triunfo como una “decisión del de arriba”. Por ese camino Santilli hará aún más migas.

Diego Santilli

Sin embargo, el otrora vicejefe de Rodríguez Larreta tendrá otras dificultades mucho mayores en su flamante cargo. La primera será evitar el destino que sufrió otro que en su momento comandó el ministerio, Guillermo Francos. El luego jefe de Gabinete tuvo varios dramas durante su gestión: por un lado lo acosaban la interna salvaje y las constantes operaciones que sufría, mientras que por el otro su palabra no tenía el peso que su cargo indicaba. Más de una vez el saliente funcionario se comprometía a tal o cual cosa con un gobernador que luego no era validada por el Presidente o su hermana. ¿Tendrá otro peso la cartera con “el Colo” al mando o sufrirá esa misma larga agonía de poder que Francos?

Santilli, claro, cree que la historia será otra. Y tiene, a diferencia de su antecesor, un activo importante a su favor: la relación que supo construir con Karina Milei desde que se conocieron en la casa de Macri en la noche del Pacto de Acassuso, previo al ballotage. Llamadas, almuerzos, cenas en lo de amigos en común, ayudas técnicas en el Congreso: “el Colo” hizo todo un trabajo de hormiga para ganarse el favor de la secretaria general, algo que muy pocas personas en el oficialismo pueden decir. Fue ella quien lo empujó para ser ministro, aunque hay tantas versiones como tribus en La Libertad Avanza. Están quienes juran que Javier Milei quería ahí a Santiago Caputo pero que este se negó, temeroso de quedar a merced de la empoderada Karina y luego de ver fracasar su tan anunciado plan de un “takeover” del Gobierno por parte de él y sus soldados; otros que había tres opciones sobre la mesa y que Santilli fue el que más le cerró al oxidado triángulo de hierro.

Diego Santilli

Cerca del “Colo” lo único que pueden validar es que, sin previo aviso, el domingo 1 de noviembre recibió un llamado de Milei y que, sin dudar ni un instante, aceptó el convite. En el PRO cuentan que, desde el primer día de este Gobierno, Santilli repetía que iba a terminar, más temprano que tarde, dentro del Gabinete. Se le cumplió el sueño, aunque el flamante funcionario debería tener cuidado: sólo en las últimas semanas tres ministros -Francos, Catalán y Werthein- se fueron dando un portazo, además de que, dejando el Congreso y pasando al Ejecutivo, queda a tiro de decreto o de una furia presidencial. Como el cuento de Ícaro, todos los que se acercan demasiado a los Milei terminan siempre quemados. Y ese fuego, en el momento de mayor poder de Karina dentro del Gobierno, arde más que nunca.

Teléfono

A la primera persona que notificó Santilli, luego de cortar con Milei, fue a su esposa Analía Maiorana. Luego le tocó el turno a Cristian Ritondo -uno de los perdedores del cambio de Gabinete, si se tiene en cuenta que fue uno de los principales promotores de la fusión del PRO con LLA y se quedó sin un ministerio ni la presidencia de la Cámara, y hasta su bloque sufrió una pérdida por los seis diputados que se llevó Bullrich al oficialismo- y por último a Macri. Que su otrora jefe llegue recién en el tercer lugar no es para nada una coincidencia. Ambos arrastran una pésima relación, que aunque ahora atraviesa cierto momento de deshielo -el hecho de haberle avisado antes de hacer pública la designación, idéntico a lo que sucedió antes de convertirse en candidato bonaerense- carga con una herida de muerte: el salto de Santilli al Gobierno no llega empujado por Macri o el PRO, sino todo lo contrario, es un “robo” de Milei a ese espacio, como antes habían hecho con Bullrich o Luis Petri. Un año atrás, Santiago Caputo le había hecho llegar esa advertencia al ex presdidente: “Argentina es un país paternalista y caudillesco. Para que Milei se convierta en un líder primero tiene que ‘matar’ a Macri”. En ese sentido, se puede decir que todo marcha de acuerdo al plan.

Nancy Pazos

Nancy Pazos, ex esposa de Santilli, ha contado una anécdota que grafica ese vínculo complejo. Durante el casamiento de Augusto Rodríguez Larreta, el hermano de Horacio, se acercó a Macri para hablar de política. Aunque le aclaró: “Lo que yo digo lo dice Nancy Pazos, no Diego Santilli”. La respuesta de Macri, según la periodista, fue “de un ninguneo tan espantoso, tan de mierda, tan soberbio”: “Eso lo sé, lo que no sé es si, cuando habla Santilli, habla él o Nancy Pazos”. A esa especie de desprecio de Macri a quien supo ser su ministro de Ambiente durante su gestión como jefe de Gobierno se agrega algo más oscuro: el espionaje que le hizo un grupo de la AFI, durante el macrismo, a Santilli. Algunas cicatrices no suturan con el tiempo.

Más allá de los tironeos, en el oficialismo muchos quieren vender la incorporación de Santilli como un gesto de “apertura”, algo que hasta Estados Unidos parece estar reclamando. Flota en el Gobierno una duda: ¿Karina tolerará que “el Colo” siga pintado de amarillo? ¿O lo obligará, como hizo antes con Bullrich, a afiliarse a LLA? Si la hermanísima logra resistir su tentación de killer, se le abre a los libertarios una ventana interesante: Santilli podría ser el indicado para, de cara al 2027, ser el garante de una fusión total del PRO en esta administración.

Futuro

La primera tarea de Santilli será sacar el Presupuesto 2026. Varias piezas dependen de esa negociación: por un lado, la jura formal del “Colo” está sujeta a si la “ley de leyes” se trata antes o después del 10 de diciembre -la fecha de jura de los nuevos diputados y senadores-, y por el otro, será ahí donde se empezará a ver si esta cartera quedará empoderada o no. Para lograr esa aprobación -luego de la cual seguirán la reforma laboral, la previsional y la del Código Penal- es más que probable que los gobernadores pidan algo a cambio, y para eso Santilli va a necesitar algo con lo que su predecesor casi nunca pudo contar: caja para enviar a las provincias. ¿Se le dará o verá morir sus intenciones ante el dogma del déficit fiscal cero de Milei?

Cristian Ritondo y Diego Santilli

En esa primera línea de definiciones también estará la composición interna del ministerio. ¿Podrá poner gente propia? Santilli tiene un equipo -donde destacan Ezequiel Galli, ex intendente de Olavarría, o Matías López, vicepresidente de la Legislatura porteña, por nombrar a algunos- listo para entrar a la cancha. Pero eso dependerá del delicado equilibro interno del Gobierno, además de las intenciones o no que tenga Karina de monopolizar también esa área. Daniel Scioli, cuya secretaría de Turismo está dentro de Interior, también pende de un hilo en su cargo. Su sponsor Francos se fue y varios imaginan al motonauta también afuera.

En un horizonte más lejano aparecen los eternos deseos de Santilli de ser gobernador bonaerense, ambición que ractificó con las victorias en ese suelo en 2021 y ahora. A los dos Milei ya le comunicó esa intención. ¿Se entenderá con Sebastián Pareja, el armador de Karina, que también quiere lo mismo? En Interior dicen que dos de los tres funcionarios que tiene el bonaerense ahí se quedarán en su lugar, como prueba de alguna especie de acuerdo. Habrá que ver quién ríe último esta vez.

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